Logro escapar a la superficie, el mundo de los humanos, donde de inmediato quedo maravillada por la belleza de la naturaleza y la vida de los mortales.
Deslumbrada por la forma de vivir de los humanos, Seonangshin, quiso formar parte de ellos,no obstante, no sabia como acercarse a ellos,
así que se escondió por un tiempo, solo observaba y aprendía.
Un día, mientras vagaba por el sendero de un bosque, se encontró con un viajero, este llevaba una carga pesada sobre sus hombros, se le veía cansado y sediento,
así que, Seonangshin, deseosa de ayudar, se coloco a un lado del sendero y se convirtió en una enorme roca, haciendo brotar agua fresca de su interior,
asombrado por la belleza del manantial, el viajero se acercó y agradecido bebió el agua, dejo su carga sobre la piedra y se recostó junto a ella, quedándose dormido.
Seonangshin, se sentía contenta por haber ayudado, pero pronto la invadió un sentimiento amargo, pues, una vez que el viajero despertara, tomaría su carga y se iría, dejándola sola de nuevo,
por ello, la diosa hablo al hombre en sueños. En ellos, se revelo ante el como una diosa, le hizo saber que había sido ella quien lo había ayudado y le pidió que al
marcharse la llevara con él, a cambio la diosa se convertiría en protectora de su pueblo y les otorgaría fortuna y abundancia.