Otros, pensaron que estos espíritus estaban en efecto ligados a árboles concretos y particulares,
a los cuales no se debía dañar o serias maldecido.
Los kodama se perciben por los sonidos típicos del bosque:
las ramas mecidas por el viento, las hojas otoñales rodando y crujiendo por el suelo,
los ecos de los valles y montañas, son las voces de los kodama,
el estruendo que suena cuando un árbol cae es su llanto
y los frutos y semillas maduras que caen al suelo, su regalo.
Los kodama eran antiguamente tratados como deidades,
pero con el tiempo, a partir de la era Edo dejaron de creer en la naturaleza divina de los kodama y fueron incluidos
entre los variopintos yokai.