Se habían retirado y dejado la creación en manos de sus hijos.
La madre primordial se replegó a las orillas del mundo, pues como diosa del agua salada, todos los mares eran suyos,
mientras que su esposo, el padre, se adentró en las entrañas del mundo, formando los mantos acuíferos.
Fue así como la responsabilidad cayó en manos de los Anunnaki, pero como iban pues a realizar las tareas más degradantes
y exhaustivas los grandes dioses, su preciado tiempo debía estar solo destinado a las tareas más relevantes,
aquellas que trascendían al plano terrenal, su lugar estaba estructurando el cosmos y manteniendo el orden universal,
no en las tareas mundanas como cavar zanjas y mover la tierra.
Por ello, siguieron el ejemplo de sus padres, engendraron a los Igigi para que trabajaran la tierra, así ellos podrían dedicarse a su propia labor.
Esta fue la era cuando los dioses hacían de hombres, tenían que trabajar y estaban atareados todo el tiempo.
Su tarea era considerable, su trabajo pesado y su labor infinita.
Se les imponían trabajo sin parar, causando el agobio de los Igigi,
por mucho tiempo habían aceptado su lugar, pero estaban artos del abuso de sus padres, ellos también eran dioses.
Se reunieron y juntos iniciaron una rebelión en contra del orden establecido, sin embargo,
los Igigi no tenían ni la menor idea de las consecuencias que su pequeña revuelta iba a causar.
Los grandes Anunnaki vieron la revolución de sus hijos como un mero berrinche, pero su acto de rebeldía
alcanzo a llegar a oídos de Apsu, quien no podía creer lo que estaba sucediendo,
como era posible que estos jóvenes dioses osaran abandonar su labor divina.
Furioso se presentó ante los Igigi y les hizo saber que, si no terminaban con su absurda rebelión, el mismo los destruiría a todos.
Temerosos por la amenaza del gran padre, los Igigi buscaron la ayuda de Enki,
uno de los pocos dioses que podían hacer frente al poderoso Apsu.
Enki vio en la rebelión de los Igigi una oportunidad para hacerse con el poder de Apsu, así que viajo hasta el palacio del
padre primordial y utilizando su magia acabo con él de manera legitima,
desafortunadamente, sus actos despertaron la furia de la incontenible Tiamat,
ahora siendo ella quien cumpliría a cualquier costo la amenaza de su marido.