Iblís, proveniente del islam, es el nombre del diablo. Su significado es "privado de toda bondad". Este ser es mayormente conocido como Shaitán, variante de Satán o Satanás, que en arameo significa “adversario”. También se le conoce como al-waswās, “El susurrador”, debido a que inocula con sus susurros la tentación en el corazón de los hombres. Otros de sus nombres eran, al-jannās, “el esquivo” y al-rayīm, "El lapidado". Fue apartado por el altísimo tras haberse negado a inclinarse ante Adán.
A menudo Iblís es comparado con el diablo de la teología cristiana, pero a diferencia de esta, el islam no considera a Satanás un oponente de Dios, descartando la lucha que implicaría entre Dios y el diablo. Esto ya que Iblís puede ser el mayor de los pecadores, pero sigue siendo sólo una criatura de Dios.
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Iblís no se convirtió en un incrédulo por su desobediencia, sino por atribuir la injusticia a Dios, afirmando que el mandato de postrarse ante Adán era inapropiado. Como es que un ser como él debía arrodillarse ante otro que no fuera Dios, solo porque estaba hecho a su imagen y semejanza. También se diferencia de Lucifer por no atribuírsele ninguna revuelta angelical, ni existe mención de que haya intentado tomar el trono de Dios, de manera que el pecado de Iblís podría ser perdonado en cualquier momento por Dios.
Según el Corán, la desobediencia de Iblís se debió a su desdén por la humanidad y como mera criatura, Iblís no puede ser la causa o el creador del mal en el mundo; En su función de Satanás, se le ve simplemente como un tentador que se aprovecha de la debilidad y el egocentrismo de la humanidad y la aleja del camino de Dios. Iblís se menciona 11 veces en el Corán por su nombre, nueve de ellas relacionadas con su rechazo al mandato de Dios de postrarse ante Adán.
Cuando Dios creó a Adán, ordenó a todos los ángeles que se inclinaran ante la nueva creación. Todos los ángeles se inclinaron, pero lblis se negó a hacerlo. Argumentó que como él mismo fue creado del fuego, es superior a los humanos, hechos de barro cocido, y que no debía postrarse ante Adán. Como castigo por su altivez, Dios desterró a Iblís del cielo y lo condenó al infierno. Más tarde, Iblís solicitó la capacidad de intentar engañar a Adán y a sus descendientes. Dios concedió su petición, pero también le advirtió que no tendría poder sobre los siervos de Dios.
Antes de ser expulsado, Iblís era un arcángel, se dice que era el líder y maestro de todos los ángeles, y un guardián del cielo. Al mismo tiempo, él era el más cercano al Trono de Dios. Él le dio autoridad sobre los cielos inferiores y la tierra. Iblís también es considerado como el líder de los ángeles que lucharon contra los genios terrenales. Por lo tanto, Iblís y su ejército llevaron a los genios al borde del mundo, en el Monte Qaf. Al conocer de primera mano la corrupción los antiguos habitantes de la tierra, Iblís protestó cuando se le ordenó postrarse ante el nuevo habitante del mundo, Adán. Asumió que los ángeles que alaban la gloria de Dios día y noche son superiores al humano hecho de barro y lleno de sus defectos corporales.
Incluso se consideraba superior en comparación con los otros ángeles, pues él había sido creado del fuego. Sin embargo, su arrogancia lo llevo a ser degradado y castigado por Dios. Pero antes de ser desterrado, Iblís hizo una solicitud para demostrar que en realidad tiene razón, por lo tanto, Dios lo confió como un tentador para la humanidad mientras dure su castigo, al mismo tiempo que le da la oportunidad de redimirse.
Dado que Iblís no actúa por libre albedrío, si no como un instrumento de Dios, su morada en el infierno podría ser un lugar meramente temporal, que durara hasta el Día del Juicio Final y después de que termine su misión como tentador, podría regresar a Dios como uno de los ángeles más queridos. Este argumento de salvación final, se desarrolla a partir de la idea de que Iblís es solo un instrumento de la ira de Dios, y no algo realizado por mérito propio. Además, la transformación de Iblís, de un ser angelical a demonio, es un recordatorio de la capacidad de Dios para revertir la injusticia incluso a nivel ontológico. Es tanto una advertencia como un recordatorio de que los dones especiales dados por Dios también pueden ser quitados por Él.
Existe una narración sobre un supuesto encuentro entre Moisés e Iblís en las laderas del Sinaí, en la que se destaca la nobleza de Iblís. Moisés le pregunta a lblis por qué rechazó la orden de Dios. Iblís respondió que la orden era en realidad una prueba. Entonces Moisés respondió que, obviamente, Iblís fue castigado al pasar de ser un ángel a ser un demonio. A lo que Iblís responde que su forma es sólo temporal y su amor hacia Dios sigue siendo el mismo.
En otras versiones, Iblís es colocado como uno de los genios Ifrit, que vivió en la tierra durante la batalla contra los ángeles. Cuando los siervos de Dios tomaron prisioneros, Iblís fue uno de ellos y fue llevado al cielo. Como él, a diferencia de los otros genios, era piadoso, los ángeles quedaron impresionados por su nobleza e Iblís pudo unirse a la compañía de los ángeles y ser elevado a su rango. Sin embargo, aunque obtuvo la apariencia externa de un ángel, todavía era un genio en esencia, por lo tanto, fue capaz de elegir cuándo se les ordenó a los ángeles e Iblís postrarse ante Adán. Iblís, abusando de su libre albedrío, desobedeció el mandato de Dios, y como en las versiones anteriores, se consideró superior por la naturaleza de la que fue creado y se le castigo.
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