Los Jinetes del Apocalipsis son los cuatro caballeros que se describen en la primera parte del capítulo sexto del Apocalipsis. El capítulo habla de un pergamino en la mano derecha de Dios que está sellado con siete sellos, en ese escenario Jesús abre los primeros cuatro sellos de los siete, liberando a estos jinetes que montan en cuatro caballos: blanco, bermejo, negro y amarillo. Según la exégesis representan y son alegorías de la conquista o la gloria, la guerra, el hambre y la muerte, respectivamente, aunque solo a este último se le designa por este nombre, mientras que a los otros se les atribuye el nombre de lo que representan. Los jinetes realmente tienen una aparición bastante breve en el libro, pero su verdadera importancia radica en la cantidad de representaciones artísticas y en la influencia que tienen sobre la cultura occidental.
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Todo comienza cuando Cristo abre los seis sellos, y Juan ve los acontecimientos de cada uno:
“Y vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: ¡Ven y mira! Y miré, y vi un caballo blanco; Y el que lo montaba tenía un arco; Y le fue dada una corona, y salió venciendo y para vencer”.
San Ireneo y San Juan Crisóstomo sostienen que quien está montado sobre el caballo blanco es la triunfante propagación del Evangelio; Algunos autores, como William Hendriksen, afirman que el jinete del caballo blanco es Jesús de Nazaret, ya que, unos capítulos más adelante se dice que a este jinete se le llama “La Palabra de Dios” (Revelación 19:11-13). Ese título, corresponde a Jesucristo, ya que él es el portavoz de Dios, “la Palabra” (Juan 1:1, 14). También se le llama “Rey de reyes y Señor de señores” y se dice que es “Fiel y Verdadero” (Revelación 19:11, 16).
Por lo que, sin duda tiene autoridad para actuar como un rey guerrero y, además, no es ni corrupto ni abusa de su poder. Pero surge una pregunta. ¿Quién le da a Jesús autoridad para salir a conquistar? Bueno, pues el profeta Daniel tuvo una visión en la que el Mesías, asemejado a “un hijo del hombre”, recibía “gobernación, dignidad y reino” nada más y nada menos que de parte del “Anciano de Días”, Jehová, Dios. (Daniel 7:13, 14). Así, el Dios todopoderoso es quien le otorga a Jesús el poder y el derecho para gobernar y ejecutar sentencia.
El caballo blanco es un símbolo apropiado de la guerra justa que pelea el Hijo de Dios, ya que en las escrituras se suele relacionar el color blanco con la justicia. Portar un arco, un arma para alcanzar grandes distancias, es representación de lo que hicieron los reinos cristianos, apoyando y llevando la evangelización a pueblos lejanos.
El corcel rojo o alazán es montado por el jinete de la guerra.
"Y cuando él abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: ¡Ven y mira! Y salió otro caballo, rojo; Y al que lo montaba, le fue dado poder para quitar la paz de la tierra y para que se matasen unos a otros; Y le fue dada una gran espada".
Este jinete representa la guerra. Como se ve, quita la paz no solo de algunas naciones, sino de toda la Tierra. El padre Castellani consigna que desposeída la monarquía cristiana de su existencia vendrá guerra como dice Jesucristo y añade más diciendo que esto es el comienzo de los dolores, pero aún no es el fin.
Benedicto XV, en 1917 declaró: “Jamás hasta ahora se había visto en el mundo la guerra como institución permanente de toda la humanidad”. Y ya Castellani advierte que viendo dos guerras mundiales parece como si el mundo se preparase para una tercera. Después de estas dos guerras, por primera vez en la historia, la humanidad parece tener el poder de exterminar a la raza humana. Ni siquiera las organizaciones que supuestamente promueven la paz, han podido detener el avance del caballo rojo y su jinete.
El caballo negro es cabalgado por el jinete del hambre.
“Y cuando él abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente que decía: ¡Ven y mira! Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano; Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos medidas de trigo por un denario, y seis medidas de cebada por un denario; pero no dañes el vino ni el aceite”.
El tercer jinete monta un caballo negro y se entiende generalmente como la hambruna. El jinete lleva un par de balanzas o básculas de pesaje, lo que indica la forma en que el pan se pesa durante una hambruna. De los cuatro hombres a caballo, el caballo negro y su jinete son los únicos cuya aparición se acompaña de una pronunciación vocal. Juan oye una voz no identificada, pero procedente de los cuatro seres vivientes, que habla de los precios del trigo y la cebada, también dice “pero no dañes el aceite ni el vino”. Esto sugiere que el hambre del caballo negro es el de aumentar el precio del grano, pero sin afectar a los suministros de aceite y vino. La explicación a esta frase es realmente muy sencilla, pues los cultivos de cereales son mucho más sensibles a sufrir daños, contrario a los olivos y viñedos, y al estropearse causarían hambrunas.
La declaración también podría sugerir una continua abundancia de lujos para los ricos, mientras que alimentos básicos como el pan son escasos, aunque no totalmente agotados. Por otra parte, la preservación del aceite y el vino podría simbolizar la preservación de los fieles cristianos, que utilizan aceite y vino en sus sacramentos.
El último en aparecer fue el caballo amarillo bayo y su jinete.
“Y cuando él abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: ¡Ven y mira! Y miré, y vi un caballo amarillo; Y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía; Y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra.
El cuarto y último jinete se llama muerte. De todos los jinetes, es el único a quien el propio texto explícitamente da un nombre, aunque otros lo nombran peste o pestilencia. Representa la muerte por epidemias y otras causas. El color del caballo se describe como khlômos, que puede ser traducido como pálido o verde amarillento, razón por la que algunos lo describen o representan de color verde.
Las representaciones suelen mostrar al jinete llevando una guadaña, pero a diferencia de los otros tres, no se describe con un arma u objeto, en lugar de eso le sigue Hades, quien se puede creer que es el dios, pero en realidad se trata del lugar, que recoge las almas luego de que la muerte las arrebate de sus cuerpos.
El Héroe Germánico.
El mayor de todos los dioses Guerreros.
Clasificación de los Demonios.
