Sigfrido en Burgundia
Sigfried disfrutaría de su estancia a lado de su padre, pero no permanecería ahí por mucho tiempo, la aventura una vez más clamaba en su corazón.
Pues a Niederland llegaban noticias acerca de la magnificencia del vecino reino de Burgundia, del valor de su rey Gunther
y de su vasallo Hagen, y de la hermosura de Crimilda, la hermana del rey. Sigfried viajó a Burgundia, donde forjaría una gran amistad
con el rey y se enamoraría de su hermana, quien correspondió su amor.
Un día llego a Worms, capital de Burgundia, un bardo islandés cantando versos acerca de la princesa Brunilda,
quien desafiaba en combate a todo aquel que pretendiera casarse con ella, aquel que lograra vencerla se ganaría su mano, pero hasta ese momento nadie había
logrado derrotarla. Intrigado por las palabras del bardo, Gunther quiso ir a Islandia para desafiar a Brunilda y desposarla, no obstante,
Sigfrido, que ya conocía a Brunilda, sabía que tal empresa excedía la capacidad del rey, así que intentó disuadirlo, más sin embargo no lo logro
y para colmo de males Gunther le pidió que lo ayudara en su propósito, cosa a la que Sigfrido se negó en un principio, aunque,
cambiaría de opinión luego de que el rey le ofrecía a cambio la mano de Crimilda, razón por la que acabó cediendo.
Juntos se embarcaron rumbo a Islandia. Antes de subir al barco, Sigurd se puso el casco mágico del tesoro de los Nibelungos,
con el fin de aparentar que el rey partía solo, pues en su plan estaba guiar los movimientos del rey cuando luchara con Brunilda sin que esta
se diera cuenta. El combate salió como lo habían planeado y, una vez derrotada, Brunilda accedió a marchar a Worms y casarse con Gunther.
De regreso en Burgundia se realizó una espléndida boda y se celebró una enorme fiesta para conmemorar la unión del rey y también de su hermana.
Desafortunadamente y, aunque, Gunther colmo a Brunilda de atenciones y regalos desde ese día, esta no era feliz, pues su marido
no se comportaba como el gallardo héroe que la valquiria esperaba y ella en realidad ardía de celos por Sigfrido. La relación entre Brunilda
y Crimilda era sumamente tensa y áspera, las discusiones entre ellas se tornaban cada vez más violentas, hasta que en lo más álgido de una de estas
Crimilda le rebelo a su cuñada la verdad acerca de lo sucedido en Islandia. Acto que ocasiono que Brunilda montara en cólera y se fuera
del reino para no volver nunca.