En la mitología y el folclore del judaísmo, Rahab es el nombre de un demonio marino, un dragón del agua, el gobernante del mar. Este nombre también era utilizado para referirse a Egipto, y en ocasiones para el escándalo, el tumulto y la arrogancia.
Rahab es mencionado en el Talmud y en el Antiguo Testamento. Se menciona que su nombre original era el del abismo primordial, el dragón marino de la oscuridad y el caos, comparable a Leviatán y Tiamat. Más tarde Rahab llegó a ser un demonio especial, habitante y gobernante del Mar Rojo, asociándosele con el Leviatán.
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Dentro de la biblia, Rahab aparece en el Salmo 89:10, en Isaías 51:9–10 y Job 26:12. Donde toma el significado de dragón marino o Leviatán primitivo, caótico y de múltiples cabezas. En la Biblia Rahab representa el caos, el dragón de múltiples cabezas.
Aplastaste a Rahab como si fuera un muerto; Dispersaste a tus enemigos con el brazo de tu fuerza.
Despierta, despierta, vístete de fuerza, oh brazo de Jehová; Despierta, como en los días de antaño, las generaciones de los tiempos antiguos. ¿No eres tú el que despedazó a Rahab, el que traspasó al dragón?
Él agita el mar con su poder, y con su entendimiento golpea a Rahab.
En el Folclore judío Rahab es el demonio de la insolencia y el orgullo, responsable de agitar las aguas, producir las olas y formar las tempestades del mar. De acuerdo con algunas fuentes, era el ángel guardián de Egipto, una posición a menudo designada a otros ángeles como Belial, Mastema, Samael y Uzza.
No existe una descripción o representación física oficial de Rahab, pero al compararse con Leviatam, Rahab es pensado como un enorme dragón marino que habita en el abismo. También se le suele mostrar como un ángel caído que habita en las profundidades del mar.
Como una enorme criatura, Rahab agita las aguas con poder, controlando las mareas y los maremotos.