Su sala estaba repleta de comida y manjares y en medio de todo estaba el espectro, que iba vestido con un sencillo manto verde, bordeado de piel blanca.
Esta prenda colgaba tan suelta de su amplio pecho desnudo, como si desdeñara ser preservado o escondido.
Sus pies, que se observaban debajo de los amplios pliegues de la prenda, también estaban desnudos;
y sobre su cabeza no llevaba otra cosa que una corona de acebo, engarzada por relucientes trozos de hielo.
Sus rizos castaño oscuro eran largos y sueltos; libres como su genial cara, sus ojos chispeantes, su mano abierta, su alegre voz, su franco comportamiento y su aire jovial.
En su cintura lucía un antiguo cinto, pero no había ninguna espada en él y la antigua vaina estaba enmohecida.
El espíritu se presentó como el Espectro de las Navidades Presentes, siendo de los más jóvenes de los más de mil ochocientos hermanos que tenía.
Ambos viajaron hasta la ciudad y pese al frío que hacía, se respiraba una sensación de calidez y alegría.
Fueron a casa de su empleado, Bob Cratchit y vieron a su familia antes de la cena de Navidad.
Cratchit tenía varios hijos: dos pequeños, Martha y Peter, y el pequeño y enfermo Tiny Tim, quien cojeaba de una pierna.
En casa de Cratchit cenaban un pequeño pavo y pudin que cocinó su esposa, asimismo, cantaban villancicos alegremente.
Scrooge le preguntó al espíritu si Tiny Tim viviría, pero éste le contestó que, de no cambiar su situación, preveía una silla vacía y una muleta abandonada.
Al darse cuenta que el pobre Tiny Tim pudiese fallecer debido a su enfermedad, Scrooge se llenó de pena.
De allí, partieron a casa de su sobrino Fred, quien festejaba la Navidad en compañía de su familia,
el joven brindaba por el tío Scrooge, pese a su negativa y burla respecto a la navidad.
Scrooge estaba muy emocionado al ver la reunión, pues jugaban y todos se divertían mucho, deseando estar en el festejo.
De regreso a casa de Scrooge, el espectro comenzó a envejecer y de los pliegos de su manto sacó un niño y una niña:
amarillentos, flacos, andrajosos y huraños, pero postrados en su humildad.
El espectro dijo que eran los hijos del hombre y le recordó a Scrooge las palabras que pronunció con los caballeros
que le pidieron caridad en su oficina para los pobres.