Rhan-Tegoth, el Señor del Trono de Marfil, es una de las deidades o entidades cósmicas de la mitología lovecraftiana. Pertenece a los Grandes Antiguos, dioses y seres cósmicos del universo de lovecraft que desafían la comprensión humana.
Se cuenta que Rhan-Tegoth llegó a la Tierra desde un planeta desconocido hace millones de años, cuando el clima en la región ártica era más cálido, lo que le permitió establecerse ahí. Con el tiempo, la región se volvió helada y Rhan-Tegoth quedó atrapado en un estado de hibernación.
Permanece sentado en un trono de marfil e inicialmente era venerado en el Ártico, pero, posteriormente, un ocultista y empleado del Museo Madame Tussaud llamado George Rogers lo transportó a Londres y se proclamó su sumo sacerdote. Sin embargo, algo no salió bien y Rhan-Tegoth lo devoró a él también.
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Rhan-Tegoth es descrito como una especie de monstruo gigantesco y repulsivo con rasgos que recuerdan a una combinación de insecto y pulpo, un ser con tentáculos y múltiples ojos en su cabeza.
En el relato, se sugiere que tiene el poder de despertar de su letargo y devorar a aquellos que lo perturben. Es especialmente propenso a manifestarse a través de rituales de sacrificios. Como otros Grandes Antiguos, tiene la capacidad de influir en la mente de los humanos y atraerlos hacia su culto, prometiéndoles un poder que rara vez es entregado.
La sola presencia de Rhan-Tegoth desgarra el tejido del espacio-tiempo, produciendo portales que permiten el paso a seres de otros mundos que son devorados inmediatamente por el Primigenio.
A continuación, les presento un pequeño relato de esta deidad que he preparado para ustedes: En el desolado Ártico, un equipo de exploradores, liderado por el doctor Isaac Forsythe, descubre una criatura monstruosa atrapada en el hielo: un ser colosal y tentaculado, con múltiples ojos negros que, a pesar de estar cerrados, parecen observarlos.
Mientras estudian al ser, los exploradores comienzan a experimentar una sensación de hambre y maldad primigenia que invade sus mentes. Forsythe, atraído por el misterio, vuelve solo a examinarlo en la noche y presencia uno de sus ojos temblar, como si estuviera a punto de despertar.
En ese momento, su mente es bombardeada con visiones de ciudades oscuras y océanos antiguos, donde la criatura, llamada Rhan-Tegoth, devoraba y gobernaba. Forsythe comprende que está frente a un dios en hibernación, esperando el momento para saciar su hambre ancestral.
Al día siguiente, encuentran a Forsythe muerto, congelado en una expresión de terror inexplicable, mientras la criatura permanece en su letargo, paciente y ominosa.