En la mitología mesopotámica, Namtar, también llamado Namtarum o Namtaru, era visto como un dios horroroso, que en general traía pestilencia y enfermedad. Se le consideraba dios del destino, y también era el mensajero de los dioses del inframundo. Una figura prominente en la religión de los antiguos sumerios, acadios, babilonios y asirios.
Como deidad del destino, Namtar era responsable de dictar el destino de los mortales y dioses por igual. Su nombre mismo significa "destino" o "muerte" en sumerio. Al principio Namtar servía como el emisario de Ereshkigal, la diosa que gobernaba el inframundo. En muchas historias, era él quien llevaba los decretos de muerte, asegurando que se cumplan las decisiones del inframundo.
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Además de su papel como dios del destino, Namtar también era conocido por traer plagas y enfermedades. Esto lo hacía temido por la gente, ya que su aparición significaba desastres y muerte.
Una de las leyendas más conocidas que involucra a Namtar es el mito de Inanna en el inframundo, donde Inanna, desciende al reino de los muertos para desafiar a Ereshkigal. Durante esta historia, Namtar juega un papel crucial al cumplir los deseos de Ereshkigal, incluyendo la captura y el castigo de Inanna.
En otra leyenda, Namtar es enviado en nombre de Ereshkigal al banquete de los dioses celebrado en los cielos, sin embargo, a su llegada, este es insultado por Nergal, dios de la guerra y la pestilencia, pues se niega a inclinarse ante Namtar, aunque sea en honor a su maestra. Luego de que Nergal tenga que viajar al inframundo para buscar el perdón de Ereshkigal, su posterior amorío y abandono, Namtar fue enviado por su reina a buscar traerlo de vuelta, pero fue engañado por Nergal, quien se hizo pasar por un dios menor.
Namtar representa la inevita-bilidad del destino y la muerte, temas centrales en la mitología mesopotámica. Como emisario del inframundo, su figura encapsula el temor a lo desconocido y la certeza de la mortalidad. La dualidad de su papel, tanto como portador de muerte y plagas como mensajero divino, lo hacía un dios complejo, reverenciado y temido por igual en la antigua Mesopotamia.
Rey Babilonio de los dioses.
Dios de la Magia.
Dios Mesopotámico de la Luna.