Ahora Ilúvatar escuchaba sentado, y durante un largo rato le pareció bien, pues no había fallas en la música.
Pero a medida que el tema prosperaba, nació un deseo en el corazón de Melkor, el más grande de los Ainur, sus pensamientos
no se acordaban con el tema de Ilúvatar, porque intentaba así acrecentar el poder y la gloria de la parte que le había sido asignada.
Melkor entretejió algunos de estos pensamientos en la música, e inmediatamente una discordancia se alzó en torno, y muchos de los que estaban
cerca se desalentaron, se les confundió el pensamiento, y la música vaciló, haciendo que algunos empezaron a concertar su música con la de Melkor
más que con el pensamiento que habían tenido en un principio. Entonces la discordancia de Melkor se extendió todavía más,
pero Ilúvatar continuaba sentado y escuchaba, hasta que pareció que alrededor de su trono había estallado una furiosa tormenta, como de
aguas oscuras que batallaran entre sí con una cólera infinita que nunca sería apaciguada.
Entonces Ilúvatar se puso de pie y los Ainur vieron que sonreía; y levantó la mano izquierda y un nuevo tema nació en medio de la tormenta,
parecido y sin embargo distinto al anterior, y que cobró fuerzas y tenía una nueva belleza.
Pero la discordancia de Melkor se elevó rugiendo y luchó con él, y una vez más hubo una guerra de sonidos más violenta que antes, hasta que
muchos de los Ainur se desanimaron y no cantaron más, y Melkor predominó.
Otra vez se incorporó entonces Ilúvatar, y los Ainur vieron que estaba serio; e Ilúvatar levantó la mano derecha, y he aquí que
un tercer tema brotó de la confusión, y era distinto de los otros.
La música de Melkor era estridente, vana e infinitamente repetida, y poco armónica, e intentó ahogar a la otra música con una voz violenta, pero
pareció que la música de Ilúvatar se apoderaba de a1gún modo de las notas más triunfantes y las entretejía en su propia solemne estructura.
En medio de esta batalla que sacudía las estancias de Ilúvatar y estremecía unos silencios hasta entonces inmutables, Ilúvatar se puso
de pie por tercera vez, y era terrible mirarlo a la cara. Levantó entonces ambas manos y en un acorde más profundo que el abismo, más alto que el firmamento,
penetrante como la luz de los ojos de Ilúvatar, la música cesó.
Entonces Ilúvatar habló, y dijo: "Poderosos son los Ainur, y entre ellos el más poderoso es Melkor; pero sepan él y todos los Ainur
que yo soy Ilúvatar; os mostraré las cosas que habéis cantado y así veréis qué habéis hecho. Y tú, Melkor, verás que ningún tema puede
tocarse que no tenga en mí su fuente más profunda, y que nadie puede alterar la música a mi pesar. Porque aquel que lo intente probará que es
sólo mi instrumento para la creación de cosas más maravillosas todavía, que él no ha imaginado".