Yemayá es una deidad importante en la religión yoruba. Es la orisha del mar, considerada la madre de todos los orishas y protectora de la vida, la maternidad y la fertilidad. Su nombre proviene de la frase yoruba Yeyé Omo Ejá, que significa "Madre cuyos hijos son como peces", destacando su vínculo con el agua y la abundancia de vida.
Yemaya representa el océano, especialmente las aguas saladas, la maternidad, la fertilidad y la protección maternal. Aunque amorosa, también puede ser severa y poderosa, como el mar mismo. Es conocida por su capacidad de consolar y proteger, pero también por castigar cuando es necesario.
Tiene una estrecha conexión con Ochún, orisha del amor y los ríos, ya que, juntas representan las aguas del mundo (dulces y saladas). Y también es considerada la madre de Shango, el orisha del trueno, la guerra y el rayo, en muchas tradiciones yorubas.
Yemayá está presente en diversos mitos de la religión yoruba, donde juega un papel central en la creación y el cuidado del mundo. Algunos de estos mitos se han transmitido oralmente a través de generaciones y se han adaptado según las culturas en las que su culto ha perdurado.
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En uno de los relatos de la cosmogonía yoruba, Yemayá es una de las primeras orishas enviadas por Olodumare, el dios supremo, para habitar la Tierra. Según este mito, su dominio eran los mares y las aguas saladas. Yemayá es la madre de muchos orishas, quienes nacieron de su unión con distintos compañeros divinos, ayudando así a poblar el mundo y a establecer el orden divino.
En otro mito, Yemayá es presentada como la gran madre de los orishas. Se dice que vivió en una colina llamada Abeokutá y que tuvo múltiples hijos que se convirtieron en los demás orishas, quienes nacieron de su unión con distintos compañeros divinos, ayudando así a poblar el mundo y a establecer el orden divino.
En una versión de la historia, Yemayá, al ser atacada o traicionada, derramó aguas de su vientre al morir, y de estas aguas surgieron los ríos, los mares y las entidades divinas que pueblan el panteón yoruba.
En los mitos donde Yemayá aparece como madre adoptiva de Shangó, la relación entre ambos es intensa, a veces amorosa y a veces conflictiva, reflejando la dinámica entre una madre protectora y un hijo rebelde. Yemayá guía a Shangó en su camino hacia la madurez, pero también le enseña lecciones cuando sus acciones se vuelven descontroladas.
Se dice que Yemayá trabaja junto a Ochún para mantener el flujo de las aguas en el mundo. En uno de los relatos, Yemayá enseña a Ochún cómo manejar su poder, simbolizando la relación entre la experiencia y la juventud. También hay historias donde ambas unen fuerzas para vencer enemigos o proteger a sus devotos.
En muchos mitos, Yemayá actúa como protectora de la humanidad. Se dice que es especialmente compasiva con las mujeres y los niños, y que cuando alguien se pierde en el mar, es Yemayá quien los guía de vuelta o los acoge en su seno. Su relación con los humanos está marcada por su naturaleza maternal, que combina amor, disciplina y cuidado.
Yemayá es a menudo descrita como una mujer hermosa y majestuosa, vestida de azul y blanco, colores que evocan las olas del mar. Lleva adornos de conchas marinas y perlas, y a veces una corona que refuerza su rol como reina de las aguas. A menudo se la imagina caminando o danzando sobre el agua, transmitiendo serenidad y poder.
Yemayá es una orisha poderosa y multifacética, con habilidades que reflejan su conexión con el océano, la maternidad y la protección. Como reina de los mares, Yemayá tiene dominio sobre las aguas saladas y los océanos.
Puede calmar las tempestades o desatar tormentas, simbolizando tanto su naturaleza protectora como su capacidad de imponer respeto. También tiene habilidades curativas, especialmente en asuntos emocionales y espirituales.