Desgraciadamente, durante la ausencia de Vichama, Pachacámac reapareció y se molestó de nuevo con la mujer, él era su creador y sus problemas solo le concernían a él,
pero ya no tendría otra oportunidad, así que dio muerte a la madre. El dios dividió el cuerpo de su creación en pequeños pedazos
y con ellos alimentó a los cóndores y gallinazos, solo guardo sus cabellos y huesos, escondiéndolos en las orillas del mar.
Inmediatamente después, Pachacámac creó una nueva generación de seres humanos.
Al regresar de su viaje, Vichama se enteró de la triste noticia, pero fue capaz de resucitar a su madre.
Aún con eso, Vichama seguía enfurecido, así que, buscó a Pachacámac para enfrentarlo; pero este ya había desaparecido al sumergirse en el mar.
Al percatarse de la desaparición de Pachacámac, Vichama elevo su ira a los cuatro vientos, bramando encendían los aires y centellando atemorizaba los campos.
Al no poder mitigar su furia, Vichama se desquito con los seres humanos creados por Pachacámac, los acuso de ser cómplices de la muerte de su madre y como castigo los convirtió en piedra.
Aun así, Vichama estableció a los curacas petrificados, los lideres de cada poblado como huacas que han de ser adoradas como dioses.
Luego, creó una nueva humanidad a partir de tres huevos que cayeron del cielo, enviados por su padre:
Uno de oro, del cual surgieron los curacas; uno de plata, del que emergieron sus mujeres; y otro de cobre, del cual nacieron los hombres y mujeres que poblaron el mundo.