Sin la presencia de Shiva en su aspecto más activo, la tierra quedó desprotegida y vulnerable ante fuerzas del mal,
especialmente a los demonios que comenzaron a causar estragos.
Parvati nació con el propósito de reencarnar la energía femenina y traer a Shiva de vuelta al mundo,
para que juntos pudieran restablecer el equilibrio cósmico.
Desde su nacimiento, Parvati estuvo destinada a ser la esposa de Shiva, pero para lograrlo,
tenía que ganar su amor y devoción. Mientras tanto, los dioses, preocupados por el caos en el universo,
idearon un plan para interrumpir la meditación de Shiva y hacer que se enamorara de Parvati.
Para esto, decidieron recurrir a Kamadeva para despertar en Shiva el amor por Parvati.
Kamadeva, aunque consciente del peligro de perturbar a Shiva, aceptó la misión por el bien del universo.
Montado en su loro y acompañado por su esposa Rati, se dirigió al lugar donde Shiva meditaba en lo profundo de las montañas del Himalaya.
Al llegar, Kamadeva tomó su arco de caña de azúcar y cargó una de sus flechas de flores, conocidas por infundir amor y deseo.